Hay dos tipos de libros de Marta Sanz, unos son los de ficción, como Farándula, (que no me llaman mucho la atención) y otros, los autobiográficos, como Lección de anatomía y este: Clavícula, que me encantan y son los que me hacen apreciar su escritura y la gran escritora que es.
Esta es una novela / reflexión / ensayo / libro híbrido sobre la enfermedad, la hipocondria y la precariedad del mundo cultural. Y sobre las complejas pero fluidas relaciones entre estos tres elementos materializados en la vida de Marta Sanz.
El libro empieza con una punzada, un dolor en un punto indeterminado cerca de la clavícula, que sirve de pretexto (que fea palabra para lo que en realidad siente la escritora), para el tema y el proceso creativo de este libro, que va avanzando a la vez que avanza el dolor, las inseguridades, los miedos al futuro... de la autora.
Resuena conmigo porque yo también soy hipocondriaca. Y es una enfermedad incomprendida y denostada por todos los que te rodean, a los que torturas con tus preocupaciones de salud.
Como dice Silvia Nanclares:
"La emoción es el nuevo punk".
Entonces este libro es muy punki, aún más cuando habla de dinero, de la desazón de creerte de una clase social, pero no tener dinero real para permitírtelo. Y si ella, autora consagrada, está así, imaginaos cómo esta el resto de las personas que se dedican, nos dedicamos, a las letras.Algunas de las declaraciones de intenciones de Clavícula:
"Es posible que no haya motivos para marcar una línea divisoria y separar con un bisturí los temas literarios de los temas rutinarios, los manojos de cebolletas o las copias de las llaves de la extraña y mórbida descomposición del señor Valdemar".
También hay reflexiones contra la dictadura de la juventud, la turgencia de la vagina y los orgasmos gimnásticos cuando ya se tienen 50, y que sea por obligación, que lo que le jode, sobre todo, es la obligación.
"Pero sé que el estrés es una de las causas de la ausencia de deseo, más allá del desgaste, la saturación, la edad, el aburrimiento, la falta de ocurrencias, la pereza, el miedo, la abulia en sí, las ganas de olvidar el propio cuerpo por dentro y por fuera...
Y sobre los síntomas sociales de la hipocondria.
(Esto podría haberlo escrito yo de mi puño y letra)...
"No me he encerrado en casa y he comentado con todo el mundo las características e intensidad de mis síntomas. El color de mi enfermedad y mis evoluciones. Ahora he de rendir cuentas con todos los que me han escuchado. Siento la mala conciencia de haber sido muy pesada y ahora necesito tranquilizar a mis amigos. Pegar un cerrojazo. No hablar más del asunto. Mentir".
Hablar así sobre el dolor, desde la víscera y la verdad es muy valiente y ya es hora de que la literatura también saque estos temas a la luz y que sean considerados igual de válidos que un análisis histórico o una epopeya familiar.
(*Si te interesa este libro y no lo encuentras en tu librería de barrio o en la biblioteca, puedes comprarlo a través de este enlacey ayudarme a mantener el blog. Muchas gracias.)
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